Cocina creativa, cueva pintada y la alimentación del mundo indígena de Gran Canaria
Este proyecto se ha hecho realidad gracias a la iniciativa del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada (Servicio de Museos - Consejería de Cultura - Cabildo de Gran Canaria).
Cuenta además con las colaboraciones imprescindibles de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, del Área de Prehistoria y Arqueología de la Facultad de Geografía e Historia de la ULPGC y del Laboratorio de Arqueología, Patrimonio y Tecnología Emergentes del Instituto de Desarrollo Regional de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Estofamos la cabra a baja temperatura y la servimos con la nata tostada de su leche, las hierbas que come y un crumble de gofio en el que utilizamos cebada, manteca de ganado, hierbas y papada.
Por medio de una técnica ancestral japonesa conseguimos hacer telas de nata de leche de cabra con las que cubrimos el estofado y posteriormente tostamos. Al probar el plato, aparecen notas de queso viejo que nos recuerdan a las comidas de antaño.
Crumble a base de diversos ingredientes tostados y mezclados con un gofio de elaboración tradicional que aún contiene parte de la cáscara de la cebada.
Cráneo de macho cabrío (Capra hircus). Depósito de la Facultad de Veterinaria (ULPGC) en el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada.
la cabra
Sin duda, la cabra, por su capacidad de adaptación a entornos de todo tipo, formaría la cabaña ganadera más relevante. Su aprovechamiento era integral: productos lácteos antes del sacrificio y, después, carne, vísceras, sangre, tuétano, tendones, pieles, cuernos, huesos...
La leche constituyó un alimento primordial que jugó un papel relevante no sólo en los hábitos cotidianos sino también en las ceremonias y rituales donde este líquido lleno de simbolismo jugó un papel relevante. Su transformación en natas, mantecas y quesos también suponían los derivados más probables.